Modigliani
jueves, 30 de octubre de 2014
jueves, 23 de octubre de 2014
La Noche de Halloween
Gruñó mientras aporreaba con el puño el cojín, hasta conseguir la mejor postura que le ofertaba el sofá. Noche oscura. Noche de brujas, noche de Halloween. Movió la cabeza negándose a sí mismo a pensar. Pero un recuerdo lejano fue más rápido que él.
‒
¿Truco o trato? ‒le sorprendió‒.
‒
¿Qué haces?
‒
Soy una malvada bruja que aparece en casa de los chicos malos. ¿Lo eres
tú?
‒
No estoy muy seguro. ¿Qué llevas puesto?
‒
¿No lo ves? ‒le decía mientras se daba la
vuelta de forma coqueta‒
‒
¿Y debajo? ‒Le preguntó con una sonrisa maliciosa‒.
‒
Ven y lo compruebas ‒y subió escaleras arriba hacia el dormitorio, sensual y lujuriosa como
la buena bruja que era‒.
Silencio
atrapado por las notas de un saxofón, gotas de lluvia curiosas que se asomaban por
la ventana, cojines que lo mecían en el intento de atraparlo en su sueño
profundo. Todo interrumpido por el roce
de una piel, la leve caricia de un dedo que cruzaba su espalda y que electrizó todo su cuerpo. “¿Marta? ‒preguntó ansioso y
esperanzado‒.”
Ella se le acercó
con besos apenas perceptibles, toques sugerentes que hacían que se encendiera,
por momentos. El suspiro de aquella voz le invitaba a juegos prohibidos, a
placeres furtivos. Tomás ansioso buscaba
su rostro. Esa voz, ese perfume. “¡Marta, Marta!” Sonreía igual que las lágrimas
aparecían. Aquel desfiladero nunca estuvo allí, nunca separó sus destinos. Ella seguía junto a él.
La diosa de la
noche, esquiva y determinante, continuaba con su hechizo: Unas gotas de
sensualidad, un tercio de erotismo y mucho de lujuria. Y así, los gestos más
cotidianos se convirtieron en una danza extraordinaria hasta caer en la
languidez del placer consumado. Un golpe seco hizo que abriera los ojos.
Parpadeó y miró desorientado. ¿Qué había ocurrido? ¿Marta? ¿Estás en la cocina?
Se respiraba una extraña calma en la habitación. Se incorporó de un salto y
entonces vio algo que antes no estaba, sobre el libro había una margarita roja.
Su flor. La acercó a su pecho. La envolvió con sus manos y sus ojos se cerraron
plácidos. Esta vez sería un sueño tranquilo y reparador.
22/10/2014
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